Expresarte

Atelier Terapéutico

No todas las personas somos iguales, cada uno ha tenido vivencias diferentes, percepciones distintas del mundo, historias de vida particulares y cambiantes. Los niños están conociéndose y aprendiendo de cada nueva información que les llega. Sus experiencias de vida, temperamentos, y gustos individuales hace que se sientan más o menos cómodos en situaciones nuevas. Es por esto, sabiendo que no todos cabemos en las mismas “estructuras”, es que, desde mi experiencia, ¡me ha surgido la iniciativa de pensar en nuevas formas de llegar a ellos!

¿Qué cambiar de la psicología convencional en sesiones con niños para valorar más su individualidad?

Ser niño y asistir a Psicología…

Como niños, llegar a un espacio desconocido, donde un adulto que se hace llamar, según papá y mamá, “el psicólogo”, los recibe con un interés que muchas veces no es comprensible, y que acto seguido sean dejados allí, en lo que los adultos llaman “consultorio”, no es lo más democrático y respetuoso para los niños, simplemente ellos saben o asumen que deben quedarse allí 50 minutos, luego de una corta charla de los adultos, solo porque papá y mamá lo dicen.

En ningún momento los niños se dieron cuenta el por qué ahora los padres aprueban que hablen con desconocidos si siempre les han dicho que es algo que no se debe hacer. Los niños no han tenido tiempo de comprobar que efectivamente esta nueva persona es “amigo” de sus padres y que ese es un espacio seguro, como para desear volver, solo han visto hablar a papá y mamá unos minutos con esta persona. Cabe mencionar, además, que, dependiendo del ciclo vital, en niños(as) de primera infancia, por ejemplo, donde son pocas sesiones con participación de ellos, tienen incluso menos tiempo para crear vínculo con el terapeuta y son pocas las ocasiones en las que desean interactuar si no sienten cerca su figura de apego o un rol de seguridad que les de tranquilidad. Muchas veces, son sesiones donde el objetivo se cambia y se debe esperar al menos una sesión más para lograr elaborarse. El caso de niños(as) en etapa escolar, es similar, son más tranquilos para dar inicio al proceso, sin embargo, en ocasiones no es fácil hacer apertura al diálogo, mientras se crea empatía con el terapeuta, nuevamente abarcando más sesiones para lograr elaborar el objetivo inicial. Todo esto es comprensible, los niños están actuando, tratando de entender qué es lo que va a pasar, están conociendo e interpretando este nuevo contexto. ¿por qué no hacerlo más amigable para ellos entonces?

Como padres, ¿cuántas veces no encuentran dificultad en crear un rápido acercamiento y vínculo en procesos terapéuticos con un psicólogo que hasta ahora están conociendo ustedes y sus hijos? ¿Cómo acercar al contexto terapéutico a padres y niños, para que se sientan co-constructores del proceso y no aislados de lo que sucede en terapia con ellos(as)? ¿Cómo fortalecer de manera más asertiva ese tiempo terapéutico para que sean procesos más cortos?

Como Terapeuta, me doy cuenta que algunos de los procesos con niños(as) requieren de un tiempo de fortalecimiento del vínculo diferente al de los procesos con adultos, algo obvio, si se tiene en cuenta que los adultos acuden por su iniciativa cuando solicitan un apoyo terapéutico, en el caso de los niños(as), van porque terceros han valorado que debe ser así, normalmente ellos no  saben por qué razón mamá o papá los han llevado a hablar con el “amigo psicólogo”. Los niños(as) entonces, necesitan ambientes donde no se sientan evaluados, donde creen intereses de exploración y curiosidad, donde el diálogo sea más espontáneo y donde el mismo entorno les haya dado la oportunidad de ver que papá y mamá aprueban ese espacio como seguro y aceptado. No se puede presionar el diálogo, los niños(as) necesitan confirmar a su ritmo lo que papá y mamá dicen, “El psicólogo es un amigo”.

¿Por qué hacer algo diferente?
  • Se debe validar el sentir y particularidad de los niños(as) al entrar en un contexto absolutamente nuevo para ellos, sin haberlo solicitado, permitiendo un espacio, dinámica y tiempo apropiado para configurar el vínculo.
  • Los niños(as) y sus familias necesitan sentirse igualmente partícipes en el proceso terapéutico, necesitan sentirse más validados al crear narrativas alejadas del problema y sentirse capaces de resolverlo con herramientas en sesiones en vivo.
  • Los niños(as) deben poder sentir un contexto espontáneo para hablar, donde puedan elegir el medio para expresarse, creando posibilidades de externalización para lograr los objetivos y poder compartir con un par en el proceso, no solamente con el adulto.
  • Los niños(as) deben poder dar cuenta a otros, lo comprendido y lo superado en su proceso, generando así, aportes a terceros. (Aporte Comunitario).
Imagen del niño(a)

Desde que nacemos somos únicos e irrepetibles, nunca he entendido por qué razón cuando entramos en el contexto social, se desdibuja nuestra individualidad y sólo cabemos en una caja de rótulos. Cada niño o niña es un mundo diferente de gustos, percepciones, visiones del mundo. Cada niño es tan capaz como su momento de desarrollo lo permite, no debemos exigir sobre lo que sería irrespetuoso para él o ella. Los niños y niñas son en esencia curiosidad y exploración, son sensibilidad y afectividad, son guías y maestros de vida, pero también son aprendices del contexto, son espejo e interpretación, los niños y niñas son empatía con ese mundo que los recibe y es por todo esto, que no debemos obviar a quienes recibimos en los espacios terapéuticos.

Valorando esta apreciación de imagen de niño(a), es irrespetuoso no involucrarlo en las decisiones que vamos tomando los adultos, y lanzarlos a comprender nuevos espacios sin darles oportunidad de entender mejor lo que va a pasar. Como terapeutas debemos dejar de lado lo que es “normal” que suceda, (los niños tienen ritmos diferentes a los adultos y no hacer nada), hay niños que se abren a esta posibilidad convencional de llegar a interactuar rápidamente con el psicólogo y se sienten tranquilos en ella, sin embargo, otros no. Debemos pensar entonces, que sí se puede crear un ambiente y una dinámica diferente para ellos, para que lo sientan más respetuoso y de esta forma, sientan empatía, receptividad e iniciativa de colaboración de manera más rápida. Como terapeutas no podemos invalidar el sentir y emociones de estos niños(as), o hacer juicios de valor frente a sus actuaciones, si se demora en crear acercamiento, no podemos etiquetar la situación, en lugar de ello, podemos buscar nuevas herramientas y disposición del espacio para lograr llegar de manera más asertiva a ese niño o niña que ha llegado a conocimiento nuestro.

Al día de hoy puedo decir que mi experiencia con el enfoque educativo Reggio Emilia, me dio mayor información y sensibilidad sobre las miradas relacionales con los niños, algo que ya venía fortaleciendo desde Disciplina Positiva y en mi práctica diaria con familias, sin embargo, me abrió nuevas perspectivas sobre el niño capaz, el niño de la escucha y el niño maestro, me permitió inquietarme sobre la voz que se valida del niño y la voz que no escuchamos los adultos, me permitió ratificar con empoderamiento la importancia de la no rotulación, y me dio herramientas para generar nuevas opciones terapéuticas desde la escucha de la esencia del niño. 

¿Cómo serían las sesiones planteadas por una propuesta Atelier Terapéutico?

Son sesiones planteadas bajo la unión de la perspectiva pedagógica Reggio Emilia, Disciplina Positiva y Terapia Narrativa, donde cada una aporta para validar la emocionalidad con la que llegan los niños a los procesos, haciéndolo más amigable para ellos y creando mayor participación de las familias, además de lograr un aporte terapéutico del niño(a) a la comunidad.

Te animas a conocer cómo funciona la Propuesta de Atelier Terpéutico?
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